Historia de tu espera: septiembre 2007

Mamá es la mayor de 3 hermanos. Después de ser la princesa de la casa durante 3 años nació Julio, y dos años después nació Carmen.
Tener hermanos es uno de los mayores tesoros que la vida te puede ofrecer y mamá intentará vencer nuevamente la infertilidad para que no te quedes sin la oportunidad y el placer de guerrear, compartir, jugar, “mentirijear”, luchar, llorar, saltar, sufrir, alegrarte y una infinidad de sentimientos más por experimentar por ellos.
Aunque físicamente somos clónicos, ellos tienen un carácter muy diferente a mamá, si no tampoco tenía gracia!

El tío Julio es tranquilo como mamá, bueno más tranquilo que mamá, bueno más tranquilo que tranquilo. Y como buen artista, porque es arquitecto pero un artista, que pinta muy bien en acuarela aunque no le guste, y que dibuja muy bien (de pequeño se hacía sus propios comics) a veces parece que está Saturno. En este momento se prepara para dar un paso muy importante en su vida: se casa con la tía Nadia. El 10 de noviembre, en Zamora, y allí estaremos por última vez antes de quedarnos en capilla aquí en Lisboa para tu gran día, el día que salgas a este Mundo.

Cuando el tío Julio nació yo era muy pequeñita y casi no me acuerdo de nada pero me dicen que lo pasé muy mal y que tuve muchos celos. Normal yo era la reina de la casa, y llegó él a estropearme la fiesta!
Solo recuerdo que me llevaron los primeros días a casa de la tía María y que después el abuelo me fue a buscar para volver a casa. En el camino me iba diciendo que ahora yo tenía un hermanito y yo le pregunté que si era grande. El me dijo que no, que era pequeño. Respondí que entonces no lo quería que tenía que ser grande para irme a buscar al colegio. Me pregunto aun como se ocurrió semejante cosa porque el nació en junio y yo solo empecé el colegio en septiembre. Creo que lo yo quería era una panda ( Conra, Javier, Meli y Julio) como los vecinos que tenía al lado y que me iban a buscar a casa para jugar en la suya. Me sacaban unos buenos años y yo debía pensar que eran mis hermanos mayores.

En niños el jugó más con la tía Carmen que conmigo porque su edad psicológica era más próxima. Andaban siempre haciendo pifias los dos ¡Pero eso sí! Jamás nos chivamos unos de los otros, así que si alguno armaba alguna había reparto de bronca para los tres por igual. A la pregunta de: “ Quien ha sido?!” le proseguía la respuesta: “No sé”
Siempre pensé que si tenía varios hijos a uno lo reñiría por la trastada y al otro por chivarse.

Durante un tiempo fue a clases de karate y practicaba con nosotras los “gedan barai”, ¡que martirio! Lo cogía todo por la calle, siempre llegaba con las manos negras de meter cosas en los bolsos, perchas rotas, cable de cobre, radios viejas…. Luego los transformaba en cosas para jugar. Creo que los niños de ahora no hacéis eso … tenéis Play Station, y 50 cosas más que no incentivan a que inventéis juegos y juguetes. Espero que eso cambie!

Julio es paciente, ponderado, tiene un humor ácido, tipo inglés que me fascina porque dentro de su tono de voz constante te suelta cada una que te puedes estar riendo el resto del día.

Seguro que le quieres un montón y que te va a enseñar muchas cosas. Te vas a reír mucho con él seguro.

La tía Carmen es un torbellino, un terremoto, un “loro”. No calla ni debajo del agua, no sé si por eso se hizo maestra de audición y lenguaje….. Es muy sensible y le da muchas vueltas a las cosas, a veces, demasiadas. Podía haber sido economista porque no hay nadie mejor que ella para que te ayude a manejar los dineros y parecer que estos se multiplican, es muy apañada que diríamos. O podía ser veterinaria porque le encantan los animales. La abuela no nos dejaba tener perros y gatos en un piso pero todo lo que estaba permitido ella tenía. Llegaron a convivir en la terraza de la cocina, un hámster, un jilguero, un canario, peces y una tortuga. Si olvidar al periquito Salvatore que vivió 7 años y que llegó a hablar. En los veranos cuando íbamos al pueblo las gallinas tenían nombre, acababan conociendo a los tíos y siguiéndolos allá donde iban, poniéndoseles encima de ellos, vamos lo nunca visto. Y los pollos que enfermaban de gripe los llevaba a casa de la prima Dori que por entonces ella estaba estudiando Veterinaria. Les daba aspirina infantil disuelta en agua…. Pero sobra decirte que no resultaba y acababan muriéndose A los pollos los paseaba en el cochecito de las muñecas y era una imagen de lo más pintoresco ver la capota del cochecito bajada y a un pollo gallego de cuello pelao asomarla por encima.. Luego venía el drama! El pollo muerto. El de la gripe. Y otro drama después. Los abuelos compraban pollos en el verano para matarlos y comerlos en otoño claro. Dios mío que berrinches en la mesa cuando había pollo para comer. Allá iba la abuela Carmen a engañarle y decirle que no, que eran de compra, que eran otros! Y se lo comía tan a gusto la pobre!

La tía Carmen era la estrella entre las niñas de mi clase “ la hermana de Angela” porque era muy dicharachera y muy mona. Tenía los labios grandes y el de arriba le sobresalía sobre el de abajo, y tenía mofletes y unas coletas muy saladas con lazo que la abuela le hacía. Y como era gordita, los vestidos “de callos” le levantaban por delante otorgándole un aire de muñequita de cuento. Mis amigas la cogían, la espachurraban a besos y le regalaban cromos.

La tía Carmen vive en Madrid con el tío Álvaro y a esa boda, sea cuando sea ya vas a ir tu. Es muy alegre y cuando está en casa todo se transforma en una corriente de conversaciones, risas e proyectos.

Mis hermanos son un tesoro en mi vida y mi existencia y espero que nunca me falten en mi día a día con su presencia constante, aunque ahora sea en mente obligados por la distancia geográfica que la vida nos obligó a crear entre Zamora, Madrid y Lisboa.
Parte de mi personalidad se la debo a ellos también. Pasamos los tres por momentos malos como el año que el abuelo estuvo en el Hospital de Parapléjicos de Toledo después del dichoso accidente… pero salimos airosos todos del percance y supongo que nos unió más.
Saben que pueden contar conmigo y yo sé que puedo contar con ellos.

Durante estos tres años de infertilidad siempre los he tenido ahí entendiéndome y apoyándome, a veces con silencios significativos, no te olvides que somos castellanos, pero sé que son felices porque van a ser tíos y que están muy orgullosos de ti. Sé que tu también podrás contar con ellos.

Gracias por ser como sois.